No solamente hay que “enseñar a programar” sino que “se programa para aprender“, entre otras razones, porque vivimos rodeados de artefactos tecnológicos. Los niños y jóvenes constituyen generaciones que han nacido en la era digital y desde su nacimiento han estado rodeados de estos dispositivos y recursos: videos, videojuegos, teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras, música digital y otros. Podríamos decir que son “consumidores premium”, pero son pocos aquellos que en forma intuitiva se transforman en “prosumidores de tecnología”.
Aprender a programar, es aprender a pensar. La enseñanza de programación genera habilidades cognitivas y socio-emocionales que impactan positivamente en todos los ámbitos de formación de niños y jóvenes.
Algunas de las habilidades y competencias son:
- la Colaboración
- la Aautonomía
- la Creatividad
- y la Perseverancia
La programación forma pensadores-creativos, implica estructurar el pensamiento, las ideas, convertirlas en un proyecto de construcción para generar algo nuevo.
Para reflexionar
“La gente imagina lo que quiere hacer, crean un proyecto basado en sus ideas, juegan con sus creaciones, comparten sus ideas y creaciones con otros, y reflexionan sobre sus experiencias lo cual los conduce a imaginar nuevas ideas y nuevos proyectos. A medida que los estudiantes atraviesan este proceso, una y otra vez, aprenden a desarrollar sus propias ideas, probarlas, desafiar los límites, experimentar con alternativas, obtener retroalimentación de otros, y generar nuevas ideas basadas en sus experiencias.”
(Resnik, 2009. Sembrando las Semillas para una Sociedad más Creativa)
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