Cuenta Borges que el mundo de los espejos y el nuestro estaban unidos, y las personas podían ir y venir de un lugar a otro. En la época del Emperador Amarillo, tras largas batallas, y el triunfo de los hombres, éstos se separaron. El castigo para los perdedores fue la condena a repetir eternamente las acciones de los hombres. Dicen que algún día el mundo de los espejos se despertará de su letargo y el primero en hacerlo será el pez.
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