¡Hola, queridos chicos! Hoy no es un día habitual para encontrarnos en la biblioteca, pero como el jueves no hay clases y hace mucho que no los veo, les pedí permiso a las señoritas para que disfrutemos juntos un “ratito”…

Y vine a leerles una linda historia de un dinosaurio con el que me fui de paseo. ¿Quieren escucharla? Se llama Paseo con dinosaurio, y la escibió Elsa Bornemann.

Ahora les dejo el texto, para que sigan la lectura mientras escuchan el audio.

PASEO CON DINOSAURIO.

Una noche de verano,
con mi lindo dinosaurio
salí a pasear, de la mano,
por las calles de mi barrio…

Pues aunque es un animal
prehistórico y gigante,
es manso, de un modo tal
que ya no queda elegante.

Cómo será que, esa noche,
por un semáforo viejo
atascó a todos los coches,
temblando como un conejo.

Parece que se espantó
al ver el cambio de luces.
Por un monstruo lo tomó
y al suelo cayó de bruces.

Los coches, con sus bocinas,
atronaban enojados.
Ocupaba cuatro esquinas
pues, mi dino desmayado.

Yo muy nerviosa corrí
a casa del boticario,
su botica revolví
hasta hallar su diccionario,
hecho con piedra y granito:
un antiguo diccionario.
Allí aprendí, ligerito,
el idioma dinosaurio.

Entonces, volví y hablé
en la oreja de mi dino.
La gente decía: —¿¿Qué??
¡¡No va a entender ni un pepino!!

Pero insistí con cariño,
hablándole dulcemente…
Él es tierno como un niño…
¡Qué sabe de eso la gente!

“—Son luces —dije— con brillo…
y no un monstruo de tres ojos:
uno verde, otro amarillo
y el tercero color rojo…”

Al escuchar mis gruñidos
mi dinosaurio entendió
y, en amoroso bufido,
por el aire me elevó.

Mi propuesta de trabajo es que escriban en IDIOMA DINOSAURIO, es decir con gruñidos, una mensaje lleno de esperanza. Por favor, luego de escribirlo, tradúzcanlo, porque yo sólo tomé dos clases de IDIOMA DINOSAURIO.

Acá va mi mensaje:

Gñrmm jmntuyprr… ¡fcvxxxutbnuuw, fcxxxutbnuuw!

¿Se los traduzco?

¡LOS EXTRAÑÉ MUCHÍSIMO, MUCHÍSIMO!

Leo sus mensajes en los comentarios. ¡Los quiero mucho!